¡Hola, de nuevo, mis querid@s alumn@s!
La semana pasada os presenté la unidad didáctica sobre el mar.
Me ha parecido bien empezar con una aproximación a nuestro maravilloso Cabo de Gata.
¿Qué os parece? ¿Preparados? Pues, ¡Comencemos!
Lo primero
de todo, ¿Qué es un cabo?
Un cabo es una extensión de tierra que se
mete en el mar. Por lo tanto, en la punta suele construirse un faro, para que los barcos de noche, no
se choquen contra las rocas.
Nuestro Cabo
de Gata es una región volcánica, que
se formó hace millones de años.
A las rocas
puntiagudas que vemos desde el faro, y que sobresalen del agua marina, las
llamamos El Arrecife de las Sirenas.
Eran antiguas chimeneas volcánicas, que escupían lava ardiente.
Al enfriarse se convirtieron en rocas negras con esa forma tan original.
El Cabo de
Gata es una gran reserva marina única
en España, con playas serenas de agua cristalina.
En el fondo
del mar hay praderas de un alga verde que se llama posidonia. Sirve de alimento para los peces, produce oxígeno y depura
el agua.
Cuando hay
temporal las olas y las corrientes las arrancan del fondo y se quedan en la
orilla de la playa. ¿Las habéis visto? ¿A que sí?
Desde la
antigüedad, el hombre las ha recogido para proteger y embalar objetos de vidrio
o cerámica, para rellenar colchones y cojines, como cama para el ganado en los
establos, e incluso como abono para el campo.
Algunos de
los peces que viven en nuestras
costas son: el mero, cabracho, salmonete, lubina, melva, sargo, castañuela,
congrio, dorada, gallo pedro, herrera, doncella, morena, rascacio, zalema… ¡Buf! ¡Qué montón!
Justo antes
de llegar al cabo hay un pueblecito que se llama Las Salinas.
¿Os
imagináis por qué tiene este nombre?
Pues sí,
porque se extrae la sal del mar.
Desde la
prehistoria se utilizaba para conservar el pescado y la carne.
Fueron los
romanos quienes construyeron unos embalses y un sistema de canales para que
entrara el agua del mar. Con el calor del sol se evapora el agua y se queda la
sal al fondo. Luego la recogen con palas y hacen unos montones muy grandes de
sal.
A este proceso se le llama industria
del salazón.
Al lado hay
unos humedales con más de cien
especies distintas de aves. Muchas son migratorias. Paran aquí a descansar antes o
después de cruzar el mar Mediterráneo.
Hay un
observatorio de aves con catalejos para mirarlas. Entre todas, destaca el
flamenco rosado.
También
hay avocetas, chorlitejos patinegros, cigüeñuelas, y otras especies acuáticas
que hacen aquí sus nidos.
Casi todas
tienen patas y picos largos, para remover el fondo y comer camarones, gusanos y
bichitos.
Este verano
podremos ir de nuevo a bañarnos y tomar el sol a las playas de Cabo de Gata, y si nos atrevemos, a dar un paseo en Kajak o
a bucear con el traje de neopreno. ¿Os animáis?